Franklin Salazar: del luto por la partida a la acción y esperanza que sembró

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Franklin Salazar Guzmán dejó este mundo al filo de la media noche del 9 de setiembre pasado. Como se ha informado ampliamente, complicaciones propias del Covid-19 cortaron de tajo sus ajetreados días.

Oriundo de Jicaral, orgulloso de su tierra y su familia, sembró esperanza y espíritu cooperativo en cada pueblo que visitó en sus labores como promotor de un Consejo Nacional de Cooperativas enfocado en tender puentes hacia el desarrollo, ya fuera para cooperativas agrícolas o de cualquier otro giro de negocio.

El secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Cooperativas se mezcla en los recuerdos con el agricultor que se jactaba de su conocimiento de plantas, tiempos de cosecha, aparejos para el trabajo y el buen comer.

También fue activista social, promotor de las discusiones nacionales, defensor de los agricultores y generador de trabajo allá donde a la empresa privada no le importa establecer emprendimientos, como solía decir.

Pasó por los puestos de las organizaciones cooperativas siempre con el afán de dejar mejor las cosas que como las encontraba. Así sucedió en las juntas directivas del PIMA, el CNP y en su paso de estudiante por el INCAE.

También dejó huella como gerente cooperativo de Coope San Juan y en su paso por Coopehuetar, Urcozon y Uncosta.

Fue director ejecutivo de la Comisión Permanente de Cooperativas de Autogestión, miembro del plenario del Conacoop, miembro del Directorio de esta institución y en este último año, su secretario ejecutivo.

Salazar Herrera, más recordado solamente como Don Fran, guardaba en su sencillez de verbo y carisma campesino, una lectura crítica de la realidad nacional. Tenía el hambre de aprender, asimilar y dimensionar los problemas siempre en función de soluciones. Era, lo que se dice, un hombre pragmático, de fácil trato con quien fuese y con una energía admirable.

Su paso por el Movimiento Cooperativo, inició en los años 80, según reseñaba alegre y con una nostalgia que evocaba los buenos tiempos que ya no volverían. Admiraba el espíritu cooperativo de los líderes que en su época marcaron brecha.

Igual recordaba con admiración a los primeros cooperativistas que fundaron Coopesilencio y CoopeVictoria, los primeros emprendimientos surgidos en el país, al tiempo que soñaba con un cooperativismo robusto y fuerte a nivel nacional.

Era fácil escucharlo parafrasear a Luis Alberto Monge, cuando afirmaba que quería un país cooperativo, que generara trabajo y repartiera riqueza de forma equitativa, solidaria y justa.

“Vamos bien”.

No importaban las circunstancias, lo duro de los problemas, los ataques políticos a traición ni la miopía de quienes eran incapaces de tener miras largas de cara a los retos. Salzar tenía siempre una sonrisa y una voz de aliento para quienes estuvieran cerca suyo, y sin renegar, volvía a ver a su equipo de trabajo y sellaba el problema con su optimismo de siempre: “Vamos bien compañeros, vamos bien”.

El Movimiento Cooperativo no solo perdió al padre de siete hijos, al hijo de un padre octogenario que ahora se queda sin sus atenciones y conversaciones allá en Poás de Alajuela. No solo dejó aquí a su pareja, Laureen Johanna Rojas, a sus amigos del pueblo de La Vieja de Florencia donde vivió los últimos años; no solo deja buenos recuerdos y anhelos.

Franklin Salazar Guzmán, deja sembrado en el Movimiento Cooperativo la necesidad de construir y tender puentes. Deja una cantidad impresionante de proyectos y propuestas de desarrollo cooperativo y nos deja sobre todo, la dura tarea de seguir el camino por el surco que marcó.

Vamos bien, compañero, esperamos no defraudar tu legado.

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