EDITORIAL: El gran triunfo de los productores ligados al CNP

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En una democracia donde se respete la libertad de expresión, es de agradecer la oportunidad, cada vez más rara, de que los pequeños le ganen a los grandes. Y cuando de intereses económicos se refiere, el logro es de aplaudir, aún más es de poner de ejemplo.

Por eso en La Voz Cooperativa, aplaudimos de pie a los centenares de mujeres y hombres que se hicieron escuchar en esta democracia, para defender el único mercado que les han dejado los grandes importadores e industriales de este país, que todavía hoy, siguen llorando desde sus cada vez menos poderosos medios de comunicación.

El fracaso del proyecto de ley 21.424, promovido como bandera por el diputado Wagner Jiménez, del Partido Liberación Nacional, es una bofetada que aún le arde y crea erupciones en el hígado codicioso de quienes querían apoderarse del mercado de abastecimiento institucional del CNP, que actualmente garantiza precios justos para 362 agroindustrias, 52 de ellas cooperativas y asociaciones cantonales de agricultores, con un impacto real sobre 30.000 personas en todo el país.

El lobby de los poderosos se orquestó desde las páginas noticiosas y editoriales de poderosos medios de comunicación, que hoy siguen sangrando por la herida, persiguiendo funcionarios, criminalizando la protesta de los agricultores, exigiendo al Gobierno medidas contra quienes osaron pensar diferente a ellos, algo tan dictatorial, que es difícil de creer viniendo de medios que se dicen defensores de la libertad.

El diputado Jiménez asegura que le ofendió que le dijeran traidor, sin embargo, el diputado no comprende que no se trata de un insulto, sino de un reclamo. Ellos, los agricultores de Coto Brus, sienten que el diputado los traiciona y el reclamo, lo recibe como un insulto.

Hay voces que insisten en que se callen los cooperativistas y productores, porque no les conviene ser confrontados, ni siquiera por los pequeños agricultores que tuvieron que invertir días de trabajo y sacrificios económicos para trasladarse hasta la casa del diputado para exigirle con todo su derecho, que los atendiese.

El diputado insiste en que se sintió “intimidado” por los agricultores. Sin embargo, debería comprender que la exigencia de ser atendidos surge precisamente ante la negativa de escuchar con franqueza y cordialidad, con interés real en sus problemas, porque de acuerdo con lo expuesto, los agricultores estaban claramente amenazados e intimidados ante la posibilidad de que aprobara el proyecto de ley que los dejaría sin trabajo.

Y aunque se dicen defensores de la democracia y la libertad y se presentan como garantes de una sociedad justa, solo ponen en evidencia que las cosas son fáciles de decir y difíciles de hacer y vuelven a ver hacia otro lado, sin importarles el futuro de 30.000 pequeños productores privados.

Pero gracias a la democracia y la libertad que no han podido terminar de coartar, estos pequeños productores pudieron, por su propio esfuerzo, defender las cooperativas y agroindustrias que diseminadas en todo el país, generan trabajo digno e independiente. Son sus propios jefes y atienden escuelas y colegios garantizando alimentos en un programa que cada vez da mejores frutos.

El propio diputado Jiménez quiso decir que eran “intermediarios” que los verdaderos productores y agricultores no pueden defenderse porque están trabajando. ¿Así es la cosa? Como los agricultores están trabajando en el campo entonces no deberían protestar y por ende, ¿los diputados pueden hacer con ellos lo que quieran desde Cuesta de Moras?

No hay nada que odie más un totalitarista que perder el control, que le rebatan, que le discutan, no importa de que país, religión o tendencia política sea.

Hay que tener claro que como en toda actividad humana, se dan errores y problemas que se deben enfrentar con trabajo eficiente y responsabilidad, así lo señala en su estudio “Grandes cadenas de supermercados en Costa Rica Efectos de su concentración sobre la producción agropecuaria y la nutrición la FAO“, pero parece que estos estudios no aparecen en el navegador de algunos diputados como Jiménez, ni en los buscadores de internet de algunos periodistas.

“Los programas de compras públicas de alimentos se convierten en un instrumento de apoyo a dichos productores, al mismo tiempo son un instrumento de abordaje de la seguridad alimentaria y la nutrición” apunta el informe, pero esta información no se lee con claridad ni tiene el despliegue que sí tienen otras noticias.

En el informe estiman que Walmart concentra el 56%, Megasuper el 14% y Gessa el 10% de la intermediación en Costa Rica. Es decir, en tres cadenas de supermercados se concentra 80% de los establecimientos en el país, pero de esto no se editorializaba, hasta ahora.

Pero han insistido en establecer un “hombre de paja”, tomando a las partes por el todo, aprovechando cualquier error para criminalizar a todo el programa.

Y aunque sabemos y es evidente que hay muchas oportunidades de mejora en los servicios, el PAI es, para la conveniencia de los estudiantes, una ventana efectiva para permitir que el pequeño productor se mantenga en el mercado sin intermediarios. Desde medio de comunicación, se levantará siempre una Voz Cooperativa, para aquellos esfuerzos solidarios en función del trabajo, el desarrollo y la equidad. Cuenten con nosotros.

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