Las alianzas son, desde la forma y el concepto, es un pacto o unión entre personas, grupos sociales o estados para lograr un fin común.
El propósito de toda alianza entre partes es obtener un beneficio. En el caso de las alianzas, adquieren un carácter estratégico que puede darse en el campo económico, militar o político. Muchas veces las alianzas entre países incluyen varios aspectos en una sola alianza.
Así podemos ver por ejemplo la alianza militar de los países miembros de la OTAN, o bien los bloques comerciales asiáticos. También saltan a la vista los tratados comerciales multilaterales, como es el caso del TLCAN, que es el Tratado de Libre Comercio entre las naciones de Norteamérica.
Para ejemplos más cercanos el TLC entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana, sin embargo, Costa Rica posee ya en marcha, 15 acuerdos comerciales más y tiene dos en proceso, el de la Alianza del Pacífico y otro con Ecuador.
En todos los casos citados, se pueden notar los ganadores y los perdedores. Saltan a la vista, no hace falta buscarlos mucho. Muy generalmente, quienes promueven este tipo de acuerdos comerciales son quienes más provecho le sacan.
En el tema económico esto es terriblemente común. Y no es raro que los intereses particulares suelan disfrazarse de intereses nacionales.
Es sencillo, estos acuerdos, tratados y alianzas forman parte de su agenda de trabajo y en función de promover sus intereses económicos, visten y desvisten sus proyectos con la bandera del nacionalismo y la hechura de promesas que al final son incumplibles.
Tal situación sucede porque hay factores que lo permiten y las palabras, son como el barro y permiten estirar los conceptos a la medida de quienes los propagan.
Si a esto le sumamos el trabajo de tecnócratas listos para justificar con maromas macroeconómicas los supuestos beneficios para las mayorías; el discurso resulta tentados, fresco, hasta novedoso. Pero no es más que el mismo cuento de los espejitos y las cuentas de vidrio que bien conocemos.
Por eso es que, desde La Voz Cooperativa, vemos con atención y preocupación el impulso ciego del Gobierno y de algunos escaños en el Congreso a la adhesión de Costa Rica al Bloque Alianza del Pacífico.
Este Bloque comercial, conformado por México, Colombia, Chile y Perú, plantea beneficios que siguen siendo borrosos en el entorno actual. Ya con estas naciones tenemos tratados comerciales bilaterales debidamente establecidos.
Lo que quiere decir que no se trata de un tema de apertura de mercados, sino de cambio de condiciones. Pero si las organizaciones agroproductoras más importantes se oponen, entonces, cabe preguntarse: ¿Para quién es esta Alianza? ¿Quién realmente está empujando esto? Alguien tiene que responder por esto, porque con las promesas de desarrollo no se crece. El mejor ejemplo es que la tal Alianza no ha servido, ni de cerca, para generar prosperidad en México, Colombia, Chile o Perú. Y quien diga lo contrario, tiene las páginas de este periódico para su descargo.