Los juegos del hambre

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Por Rogis Bermúdez*

A finales del 2018 hacía un análisis sobre los riesgos para asegurar la alimentación de nuestra población y bajar la dependencia de las importaciones de granos básicos y otros del sector agropecuario, la idea era establecer una ruta crítica para la reactivación, mi propuesta estaba basada en una política de visión a largo plazo, con incentivos y de inversión en infraestructura para apoyar al productor nacional.

Entre los riesgos que analizamos estaban los asociados al cambio climático, los costos de producción y transporte, lo que por supuesto llevaría a un incremento en los precios para el consumidor.

Los escenarios sobre riesgos son supuestos y no hay forma de eliminarlos, sin embargo, son predecibles y se pueden minimizar con una buena política de prevención o de control y fortalecimiento en cada uno de esos supuestos.

Hoy, evidentemente esos escenarios son mucho mas reales, el cambio climático es una realidad, la pandemia llegó y nos arroyó, tenemos una confrontación bélica en Europa, los costos por transporte marítimo subieron un 400%, el petróleo llega a precios exorbitantes y pareciera que no van a parar de subir. Esto nos lleva a otro escenario, el real, el que tenemos hoy.

“Si bien el sector aún no está en su mejor condición si ha venido en un leve fortalecimiento y aprovechamiento de los mercados internos, falta mucho por hacer, pero la primera súplica a las nuevas autoridades sería la de no olvidarse de nuestros agricultores”.

La incertidumbre, dentro de pocos días estaremos eligiendo un nuevo gobierno y con el cambio el temor y los riesgos de un giro negativo al apoyo en el sector agropecuario.

Y es que si bien el sector aún no está en su mejor condición si ha venido en un leve fortalecimiento y aprovechamiento de los mercados internos, falta mucho por hacer, pero la primera súplica a las nuevas autoridades sería la de no olvidarse de nuestros agricultores, apoyar con crédito accesible, seguros para la producción y avales solidarios que permitan potenciar lo iniciado.

La segunda es una mesa de trabajo sectorial que defina la ruta para el sector, con métricas e indicadores de seguimiento que evalúe cada actividad para determinar las necesidades y posibles soluciones al corto y largo plazo para dar sustentabilidad al proceso de cero hambre en la población y fortalecimiento de la economía por medio de la producción.

*El autor es expresidente del CNP

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