Por Daniela Núñez
Directora del Comité Nacional de las Mujeres Cooperativistas (CNMC)
Al convivir en sociedad, debemos comprender que los aportes y luchas de las mujeres son también las luchas de la sociedad en su conjunto; y en este sentido, el empoderamiento de la mujer no es solo cuestión de igualdad de género, es una cuestión de interés común.
El empoderamiento de la mujer es un elemento clave para el progreso y el bienestar de nuestras sociedades, en la constante lucha por un mundo más equitativo y justo.
Actualmente, las mujeres están demostrando una y otra vez su capacidad para liderar, innovar y transformar nuestro mundo; desafiando estereotipos y rompiendo barreras.
El empoderamiento de la mujer no es solo una cuestión de justicia, es una cuestión de sentido común, porque cuando las mujeres prosperan, sus familias, comunidades y sociedades en su conjunto, también prosperan.
En este sentido, debemos mirar hacia dentro y aceptar que aún hay mucho por mejorar y por cambiar.
Por ello, cada espacio que se abre tiene una importancia capital.
De ahí que les invito a abordar, con nosotras, en el cómo, las políticas actuales están impactando en el tema del cuido de menores y adultos mayores, de personas con discapacidad, y en general, el rol de la mujer como cuidadora histórica de las familias.
Es un tema que podría sonar romántico a lo oídos de las personas desinformadas, pero para nosotras adquiere una importancia absoluta.
El juego de los roles heredado por una cultura machista relega a la mujer a un papel secundario.
En sencillo, y lo vemos todos los días: mujeres preparadas para la vida profesional o mujeres emprendedoras que se han preparado para impulsar sus negocios, terminan relegadas a un papel de cuidadoras que las ata a la cama de un familiar enfermo o al tenor del timbre de una escuela o un kínder.
Obligándolas a abandonar sus sueños, sus estudios o su proyecto de vida.
Acaso nos preguntamos: ¿cuándo hemos visto o cuán común es en nuestra sociedad un hombre deje el espacio libre para que la mujer desarrolle su potencial a plenitud?
Se han dado casos, sí, pero son contados con los dedos de las manos.
¿Están las políticas existentes promoviendo la igualdad de género en la distribución de las responsabilidades de cuidados?
¿Hay equidad en el acceso a los recursos y al cuido de una persona en el seno familiar?
Incluso, planteo lo siguiente: ¿Hay en el Movimiento Cooperativo conciencia de la forma en que castramos emocional y profesionalmente a las mujeres condenadas por su propia familia a aferrase con un enfermo?
Es una injusticia histórica, que las mujeres asumamos la factura social, económica y profesional del cuido de nuestros niños, adultos y familiares con discapacidad.
De hecho, planteo algo más:
¿Hemos visto acaso la oportunidad de negocio que podría existir en el mercado de la atención de personas enfermas como un giro efectivo para el desarrollo de las cooperativas?
Esta posibilidad está latente, esperando a que recojamos el guante de la oportunidad.
Imaginemos por un momento, la oportunidad de negocio para una cooperativa ya sea de servicios múltiples o de autogestión, incluso una tradicional; pues así como las hay de centros educativos, bien podrían desarrollar el servicio remunerado de cuido.
Las posibilidades son enormes
Ya tenemos ejemplos de desarrollo de una conciencia de cuido, al menos en el caso de menores de edad, en cooperativas agrícolas, como CoopeSabalito y CoopeVictoria, que tienen proyectos de casas de cuido para los hijos de sus trabajadoras.
Es que son, amigas y amigos, posibilidades de cambio y de impacto positivo que tenemos desde el cooperativismo.
Y todo esto, en función de mejorar la calidad de vida de las y los asociados, lo que se refleja en una mejora integral de nuestra sociedad.
En este espacio de reflexión, fomentemos el diálogo abierto y constructivo, desde las diferentes instituciones aquí representadas y trabajemos sobre las necesidades y desafíos a los que este tema nos enfrenta.
¿Por qué?, Porque al final del día, lo cierto es que esta problemática se puede responder desde los valores cooperativos de autoayuda, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad.
Este es el punto de partida de la acción
Desde el Comité Nacional de las Mujeres Cooperativistas promovemos y las invitamos a trabajar de manera conjunta, para implementar políticas y programas que promuevan la igualdad de género y que se reconozcan el valor real del tiempo de cuido y de los sacrificios que estos conllevan.
Por eso les repito: promovamos, desde nuestra institucionalidad cooperativa, un cambio del modelo de desarrollo que coloque la responsabilidad de los cuidados en su justa dimensión.
Equiparemos las cargas a nivel familiar.
Desarrollemos en la medida de lo posible, el ángulo económico y el potencial cooperativo, que tiene el cuidado de personas como un servicio remunerado y profesional.
Estamos invitadas una vez más, a cambiar una historia de injusticia, para corregir lo que está mal.
Estamos invitadas a escucharnos, y cuidarnos, en el afán de construir una sociedad más justa e igualitaria.
Una sociedad donde promovamos un cuido responsable y respetuoso de las personas que necesitan ser cuidadas, sin violentar el desarrollo de nuestras mujeres.
*La autora es la directora del Comité Nacional de las Mujeres Cooperativistas.