La necesidad está en el origen de todos los inventos. Históricamente, el crecimiento del número de cooperativas tiende a coincidir con condiciones económicas y sociales adversas y con elevados niveles de desempleo. La economía mundial atraviesa penosamente una crisis tras otra, empezando con la recesión financiera que dio paso a la crisis de la deuda soberana. El clima de penuria ha creado un terreno abonado para la proliferación de cooperativas en un año que la Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado Año Internacional de las Cooperativas.
Para marcar el Año Internacional de las Cooperativas, la División de Política Social y Desarrollo (DPSD) del DAES y la Cooperativa Federal de Crédito organizaron una mesa redonda titulada “El desarrollo sostenible a nivel local: Cómo las cooperativas de Nueva York acercan los ODM”.
La Sra. Felice Llamas, de DPSD, moderó la discusión y desarrolló la definición de cooperativa, diciendo que “una cooperativa es una asociación autónoma de personas unidas de forma voluntaria para cubrir sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de titularidad conjunta y funcionamiento democrático que permite a las personas aportar y coordinar sus esfuerzos y recursos”.
La comunidad internacional está empezando a reconocer el valor real de la contribución que realizan las cooperativas al desarrollo socioeconómico, en especial su impacto sobre la reducción de la pobreza, la creación de empleo y la integración social. Las cooperativas ofrecen un modelo de organización económica propiedad de sus miembros que aúna los principios de la economía de mercado con el deseo de bienes sociales.
Las cooperativas colaboran de distintos modos en el avance de los objetivos de desarrollo, en especial la creación de empleo. Si bien el empleo generado es a menudo resultado de la satisfacción de las necesidades de sus miembros, es necesario agradecer a las cooperativas la creación de empleos productivos y decentes: han generado una cifra estimada de 100 millones de puestos de trabajo en todo el mundo según la Alianza Cooperativa Internacional (ACI).
La naturaleza autogestionada y no elitista de las cooperativas supone que permiten a los miembros incrementar sus destrezas y cultivar su naturaleza emprendedora. Además, trabajar como grupo a menudo permite el acceso a créditos y otros recursos financieros necesarios para ponerse en marcha a los que no se habría podido acceder en solitario. Además, se sabe que las cooperativas integran grupos marginados por la sociedad como mujeres, jóvenes, mayores, personas con discapacidades e indígenas, permitiéndoles implicarse de manera flexible.
Al ser propiedad de los miembros a las que sirven y estar controladas por ellos, las cooperativas se consideran positivas para la democracia y pueden fomentar otros actos de implicación civil y fortalecer comunidades. Por último, las cooperativas ayudan a paliar la pobreza a través de una distribución equitativa de la riqueza. En 2008, las 300 cooperativas más grandes del mundo por ingresos presentaron unos ingresos combinados de 1,1 billones USD.
Nueva York cuenta con una larga historia de implicación con cooperativas, según explicó la Sra. Mary Ann Rothman, Directora Ejecutiva del Consejo de Cooperativas y Condominios de Nueva York. “Las cooperativas aportan más de un millón de viviendas en todo el país, y más de la mitad de ellas se encuentran en la ciudad de Nueva York, suponiendo muy a menudo el primer tipo de vivienda al que tienen en acceso en propiedad las familias de Nueva York. Las cooperativas de viviendas han desempeñado un papel crucial para convertir a Nueva York en el vibrante centro mundial que es hoy en día”.
Otro ejemplo de una cooperativa neoyorquina que ha transformado comunidades es la cooperativa femenina “¡Sí se puede!”, fundada en 2006. Esta cooperativa es una empresa de limpieza que pertenece a un grupo de mujeres que la gestionan con el mandato de generar un salario digno para sus empleadas y unas condiciones seguras de trabajo. La Sra. Vanessa Bransburg, trabajadora social clínica, explicó el motivo por el que se fundó “¡Sí se puede!” y la razón por la que es tan importante.
“Desde hace una década, Sunset Park es un destino preferido de las olas de inmigrantes nacidos fuera de los Estados Unidos que llegan a Nueva York. El 73% de los residentes mayores de cinco años hablan en casa un idioma distinto del inglés, y el 24% de los residentes de Sunset Park vive en condiciones de pobreza. Con esta gran población de inmigrantes recién llegados, Sunset Park ha sufrido especialmente las consecuencias de la recesión económica y los inmigrantes recién llegados tienen que hacer frente a barreras sociales y económicas que limitan su acceso a puestos de trabajo; a menudo tienen pocas opciones de empleo que no sean trabajar por salarios bajos en malas condiciones”.
Otro ejemplo es la Flatbush Food Coop, fundada en 1976 en Brooklyn, en el sótano de uno de sus miembros. Ahora se ha convertido en un almacén de casi 600 metros cuadrados y cuenta con más de 5.000 miembros. La Flatbush Food Coop apoya a su comunidad aportando alimentos saludables, orgánicos y locales, incrementando la concienciación sobre cuestiones medioambientales, patrocinando programas de residuos electrónicos y dando manzanas a los colegios locales.
El actual clima económico crea una necesidad y el Año Internacional de las Cooperativas incrementa la concienciación, por lo que este es un momento importante para que las cooperativas ayuden a que sus miembros se ayuden a sí mismos, fomenten el cambio real en sus comunidades y avancen en el desarrollo actuando localmente y pensando globalmente.