Por Ovidio Vargas
La zona de Manzanillo se asocia a los grandes destinos turísticos del Caribe, no obstante en este caso hablamos de Manzanillo de Puntarenas, en el Golfo de Nicoya, un lugar muy diferente al descrito en el libro de Ana Cristina Rossi “La Loca de Gandoca”.
Si bien, ambas zonas tienen una riqueza ecológica envidiable, el trabajo de los últimos gobiernos ha dejado mucho que desear para brindar oportunidades de trabajo a esa zona; opuesto al poblado del mismo nombre en el Atlántico donde hoteleros, el Estado y el mismo libro han creado una zona turística para la población de allí.
A pesar de la rudeza de un lugar sin buen acceso por carretera o servicios básicos, un grupo de valientes mujeres de Manzanillo de Puntarenas decidieron arreglar el problema con sus propias manos, Gracias a la CPCA y sus capacitaciones la labor de Mudecoop junto a sus asociadas se han abocado a generar trabajo para este pueblo, en el que la pesca ya no da abasto.
“Nuestra prioridad es el desarrollo económico de las mujeres porque lo único que tenemos es la pesca artesanal y la recolección de moluscos, lo cual no es muy rentable”, detalló Ana Cecilia Solís, quien es la gerente de Mudecoop.
Este grupo de mujeres cooperativistas han optado por generar su propia industria, apelando al turismo rural, ellas cuentan con sus propias lanchas para transitar una zona de pesca artesanal, además de un restaurante para que los visitantes puedan disfrutar de platillos típicos y mariscos.
“Mudecoop tiene otras alternativas al Golfo, porque está sobreexplotado, no hay más para pescar, a pesar que vendemos varios tour de pesca, no es nuestro fin; una de las iniciativas es el desarrollo de turismo rural comunitario, que genere empleo para las mujeres”.
Su labor por el poblado de Manzanillo y su apuesta por el turismo rural llega a tal punto que están reforestando el manglar para que las especies se sigan reproduciendo producción de carbono azul.