Para la líder cooperativista, Tomasa Palacios, no existen imposibles y su vida es un retrato
de ello, ha logrado ser una leyenda de la Región Brunca, siendo parte de la transformación
del panorama con el que se ve a una mujer.
Su vida la llevó por la lucha contra la violencia doméstica, contra la falta de oportunidades lo
que la llevó a tomar continuamente retos para ganarse la vida desde limpiar botas, vender
empanadas hasta incursionar en el cooperativismo y ser abogada contable; en ese trayecto
que podría tratarse de múltiples vida, también fue polícia y delegada del Inamu.
Por eso ahora toma el reto de liderar la Junta de Desarrollo del Sur (Judesur) con el fin de
que una zona tan maltratada pueda generar la riqueza que tanto necesita para mejorar las
condiciones de vida de 369 mil personas.
“Buscamos poder coordinar con las cooperativas que son clave para impulsar la zona y
brindar nuevas fuente de trabajo, ahora se van a volver a levantar y funcionar algunos
edificios que se habían quemado; en fin ayudar en todo lo que se pueda apoyando a todos
los proyectos que hay en la zona Sur”, señaló Palacios con miras a participar en Judesur.
Ahora justo en su entrada existe una oportunidad de oro para el Depósito Libre de Golfito,
ya que se aprobó la rehabilitación de unos edificios dañados por un incendió hace años y
que ahora podrían generar ingresos para 300 personas.
“Los locales eran del Depósito Libre de Golfito, se habían quemado hace años, ahora en un
mes podrán empezar a usar los locales desocupados lo que generará 300 nuevos trabajos,
se le va a cambiar la cara a Judesur”, aclaró la cooperativista.
Limpiabotas, víctima, policía y abogada
Palacios ha tenido una vida digna de un libro con una gran cantidad de capítulos dedicados
a 73 años de lucha por salir adelante y por el bienestar social de la Zona Sur, en muchas
ramas de lo que ello significa: velar por la distribución de riqueza, oportunidades de trabajo y defender equilibrar la balanza entre hombres y mujeres, en contexto contra las agresiones machistas de una zona y época donde esas prácticas estaban a la orden del día,normalizadas y llenas de violencia.
Palacios fue víctima de esa violencia también, al igual que su madre; por lo que el trabajo y
el esfuerzo era la única forma de salir adelante entre ellas.
“Mi papá biológico era abogado, yo no soy reconocida. Él abusó de mi mamá quien
trabajaba para él y la echaron, nosotros la pasamos con ayuda de Dios, era limpiabotas en
Puntarenas, vendía empanadas y cajetas”.
La violencia contra las mujeres es una problemática que no se puede subestimar, ha
cobrado la vida de muchas de ellas, inclusive, en un panorama de mayor vigilancia y con un
marco jurídico para atacar esa problemática (no existía el concepto de femicidio) como el
actual, se contabilizaron 18 muertes violentas en las primeras seis semana de este 2023.
Tomasa Palacios es consciente de que es sobreviviente de ese tipo de violencia, en un
contexto donde el apoyo y las acciones del Estado eran nulas. A pesar de ello, tomó las
riendas de su familia para sacarla adelante por su cuenta, inclusive, comenzando sus
estudios.
“En la vida adulta me casé, eso sí me junte apenas a los 12 años, soy sobreviviente de la
violencia doméstica, mi esposo me arrastraba de los ruedos del pantalón por la línea del
tren. Pensé que desde que llegáramos a formar una familia todo iba a cambiar pero tuve
que cambiar yo”, narró la expolicía.
Palacios amplio el relato recordando cómo se hartó de ver a sus hijos llorar durante ese
maltrato, “yo digo que ellos nacieron morados, por los golpes que recibía en el estómago.
Me fui a los 30 años, comencé a trabajar e ir a la escuela. Saqué adelante a mis hijos, hoy
todos son profesionales graduados. Al llegar al cooperativismo, me motivó más, ahí aprendí
y crecí bastante”.
Costa Rica era muy diferente hace 35 años, las redes sociales no existían; tampoco la
inmediatez que nos rodea ahora.
La facilidad para enterarse de cómo una mujer en Coto Brus moría quemada u otra era
atravesada por un arpón en Golfito era nula, y a esa violencia instalada se enfrentó Tomasa
Palacios quien fue policía y miembro de la Oficina de la Mujer.
“En la guardia rural comencé en 1987, en el Inamu comencé en el 2000, se llamaba
Delegación de la Mujer Agredida en ese momento, para esos tiempos se empezaba a tomar
conciencia de la violencia doméstica, fui la segunda mujer ahí y atendía toda la zona Sur, en
ese tiempo me amenazaron dos veces de que iban a llegar a matarme”.
Mientras estuvo abocada a esa lucha, a sus 36 años, decidió terminar sus estudios
escolares (solo tenía tercer grado), inscribirse en un colegio nocturno y estudiar Derecho
como parte del sueño que siempre tuvo y donde rescata la labor del cooperativismo para
lograrlo.
Tomasa Palacios forma parte de Coopereina R.L. una cooperativa de mujeres de la Zona
Sur, fue dos veces miembro de directorio del Conacoop y fundadora del Comité Nacional de
la Mujer Cooperativista (CNMC).