Bach. Emmanuel C. Prado – Politólogo, asesor y consultor
Como ha sido la tradición democrática hace 73 años, el traspaso de poderes se llevó con total normalidad y de forma pacífica tras cuatro años convulsos, otra persona asume la banda presidencial. Sin embargo, ha sido un arranque para el Gobierno de Chaves muy polémico tras buscar la promulgación de una serie de decretos asociados al sector productivo, COVID-19 y otros de índole económica controvertibles.
Habiendo pasado ya cuarenta y ocho horas desde que Chaves asumió, no se conoce el contenido de varios de esos decretos. La prensa ha sancionado con “secretismo” la casi nula recepción de la prensa en Casa Presidencial. Y se ha realizado la convocatoria de varios proyectos en el Congreso, que parecen ser de amplio interés para algunas fracciones legislativas. Uno de estos es el proyecto 3-4 (N°21.182) que pretende ampliar las jornadas laborales a 12 horas diarias, pero en lugar de dos días de descanso que pasen a ser tres y que cuatro días sean de jornada continua.
Las apariciones públicas de Chaves, así como su discurso público que resalta un patriotismo exacerbado por la molestia ciudadana contra la clase política, le está sirviendo de blindaje para proponer temas que a la vez de polarizantes, tienen un apoyo considerable en la población costarricense. Por ejemplo, el decreto que permite la eliminación de la mascarilla en lugares cerrados, como también la reforma al decreto que establece la vacunación por el COVID-19 obligatoria en el país. Todas estas tendencias, apuntan efectivamente a un accionar populista, de polarizar a la población y politizar discusiones en aras de un debilitamiento del sistema político existente.
Steven Levitsky, politólogo norteamericano, ha estudiado por largo tiempo los populismos en América Latina, y consideró que los casos de Chile, Uruguay y Costa Rica, tenían bajas posibilidades de experimentar gobernantes populistas, por su gran fuerza estatal y menor desigualdad. Pero esto era hace unos 10 años y en un contexto distinto al estanco que ha sufrido el país en varias de esas fortalezas.
El presidente Chaves apunta a desdibujar la clase política, potenciando un populismo criollo, al estilo Bukele: se gana apoyo de las mayorías, aprovechando temas polarizantes, y sin menoscabar los intereses que sostienen las principales élites, avanza en una agenda política que le otorga más poder. Chaves sólo cuenta con una fracción legislativa minoritaria, y un congreso de oposición, tendrá que utilizar los recursos de contradecir la propia ley (como en el caso de saltarse por encima el criterio de la Comisión Nacional de Vacunación), para llevar a cabo su proyecto político, cuya cabeza aún desconocemos. Chaves abre las puertas a un populismo práctico en Costa Rica, que se asemeja a los de AMLO en México y al de Bukele en El Salvador. Eso sí, con grandes diferencias como el poder que sostiene en el parlamento.